Esta serie toma de referencia la tradición popular pictórica llamada “ex-votos”, que consiste en realizar un retablo sobre una lámina de metal que refleje una imagen de agradecimiento e invocación por algún milagro sucedido o por suceder. A modo de ofrenda, los retablos son colgados sobre alguna pared del templo religioso más cercano.

    Partiendo de este presupuesto, hago mis propias ofrendas y establezco un juego irónico de cuestionamientos que empiezan por poner el jaque los límites de lo legal y del concepto político de territorio, desde el paisaje desolador de los cotos de caza que actualmente conforman el 60% de la superficie en hectáreas de España.

      Con tales propósitos me apropio de aquellas señales sobre láminas de metal, que se emplean para acotar zonas de caza, y las empleo como soporte de pinturas evocadoras. Transformo así, señales de muerte en señales de vida y les otorgo un significado otro. Su usurpación, intervención hasta convertirlas en “voto”, y luego recolocación es espacios estratégicos, conforman un acto reflexivo sobre los principios y valores que nos mueven como civilización.

     Con estas piezas persigo generar el debate diverso acerca de los bosques y las montañas; sobre propiedad privada y derecho a la vida; sobre la importancia de respetar el hábitats de miles de especies; sobre el presente y el futuro. Resulta llamativo como a nivel global y local la presión sobre los sistemas vivos es palpable, y más allá de polémicas nacionales y culturales, la realidad constatada es que eco-sistémicamente nos estamos extinguiendo. Estos ex-cotos también dan fe de ello.